¿Alguna vez te has parado a pensar qué ocurre con una persona que está haciendo frente a una adicción y, al mismo tiempo, necesita conservar su trabajo? ¿Tiene derecho a pedir ayuda sin miedo a ser rechazada? ¿Puede acceder a un tratamiento sin que eso le cueste su empleo, su dignidad o su sustento?
Imagina por un momento luchar cada día contra una enfermedad que afecta tu comportamiento, tus decisiones y tu bienestar físico y mental. Ahora añade a eso el desafío de mantener o conseguir un empleo mientras enfrentas miradas de sospecha, prejuicios silenciosos y, en ocasiones, discriminación abierta. Esta es la realidad que viven muchas personas en España que se encuentran en situación de dependencia a sustancias.
La drogodependencia presenta una dualidad compleja: Por un lado, constituye una enfermedad reconocida; por otro, sigue siendo una condición estigmatizada que, en el ámbito laboral, puede convertirse en una barrera aparentemente infranqueable.
Desde Esvidas sabemos bien que el estigma sigue siendo el enemigo silencioso. Frases como «es cuestión de voluntad», «si quisiera, podría dejarlo» o «no es de fiar» siguen escuchándose a día de hoy en muchos entornos laborales, perpetuando una visión simplista y dañina que no refleja la complejidad de esta enfermedad.
A lo largo de este contenido vamos a hablar de derechos. Derechos que existen, que están reconocidos en la legislación española, pero que muchas veces se desconocen o no se aplican. Hablaremos de cómo las leyes protegen a quienes están en proceso de recuperación, de cómo las empresas pueden (y deben) ser aliadas, y de por qué el trabajo puede ser también un camino hacia la dignidad y la sanación.
Porque nadie debería tener que elegir entre tratarse y trabajar. Porque detrás de cada historia de adicción hay una persona. Y toda persona merece una oportunidad.
Adicción como enfermedad: El punto de partida para hablar de derechos
Durante mucho tiempo, la adicción se ha visto como un “vicio”, una “debilidad moral” o una “decisión personal equivocada”. Esta forma de entenderla ha generado una enorme carga de culpa, vergüenza y estigma hacia quienes la padecen. Pero hoy sabemos que esa mirada no solo es injusta si no que es completamente inexacta.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), junto con organismos como la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM) o la Confederación de Salud Mental de España, coinciden en algo fundamental: La drogodependencia es una enfermedad crónica del cerebro.
No se trata simplemente de una falta de voluntad. La adicción implica alteraciones neurobiológicas que afectan funciones clave como:
- La toma de decisiones.
- El control de impulsos.
- El sistema de recompensa.
En otras palabras, el cerebro de una persona adicta funciona de forma diferente. Cuando una sustancia adictiva entra en el organismo, actúa sobre los circuitos de recompensa del cerebro, generando una intensa sensación de placer o alivio. Con el tiempo, este se adapta y deja de funcionar con normalidad sin esa sustancia. Esta adaptación genera una necesidad compulsiva de consumir, incluso cuando hay consecuencias negativas evidentes.
Este proceso afecta regiones como:
- El sistema límbico, encargado de las emociones y el placer.
- La corteza prefrontal, que regula el juicio y el autocontrol.
Estas alteraciones explican por qué la persona no “elige” seguir consumiendo: Está atrapada en un ciclo biológico, emocional y psicológico que requiere tratamiento especializado, no castigo ni exclusión.
Reconocer la adicción como enfermedad cambia radicalmente la forma en que deben abordarse sus consecuencias legales y sociales. No se trata solo de empatía: Es una cuestión de derechos. Si la adicción es una condición médica, entonces:
- Las personas drogodependientes tienen derecho al tratamiento, no al castigo.
- Merecen protección laboral, no discriminación.
- Deben ser acompañadas, no expulsadas del mundo laboral.
Esto implica adaptar políticas laborales, ofrecer bajas médicas, proteger la intimidad y dar segundas oportunidades.

¿Qué dice la legislación española?
Aunque todavía hay mucho camino por recorrer en cuanto a empatía y comprensión, la legislación española sí ofrece herramientas para proteger a las personas drogodependientes en el ámbito laboral, especialmente cuando están en tratamiento o recuperación.
Pero, ¿Qué leyes amparan sus derechos y qué significa eso en la práctica?
- Constitución Española: En su artículo 14, reconoce el derecho a la igualdad y a no ser discriminado por ninguna condición personal o social, como una adicción. El artículo 43 garantiza el derecho a la protección de la salud, lo que implica que el Estado y las empresas deben velar por condiciones laborales saludables.
- Estatuto de los Trabajadores: Este marco legal, en el artículo 4, protege el derecho a la intimidad, impidiendo al empleador solicitar o divulgar información médica sin consentimiento. También garantiza que no se puede despedir injustamente a una persona en tratamiento si su situación no supone un riesgo ni una falta grave.
- Ley General de Derechos de las Personas con Discapacidad: En determinados casos, cuando la drogodependencia genera limitaciones significativas, puede considerarse discapacidad. Esto da acceso a derechos como la no discriminación, ajustes razonables en el puesto y participación en programas de inclusión laboral.
- Ley de Prevención de Riesgos Laborales: Obliga a las empresas a proteger la salud física y mental de su plantilla, identificando riesgos como una adicción activa o en tratamiento. También exige respetar la confidencialidad y colaborar con los servicios médicos para prevenir agravamientos.
Conocer este marco legal es fundamental para que tanto trabajadores como empresas entiendan que la recuperación no debe significar renuncia, sino un proceso que puede y debe ser acompañado desde el entorno laboral.

Derechos laborales clave para personas drogodependientes
Cuando se habla de los derechos laborales de las personas en proceso de recuperación por una adicción, todavía hoy hay quien piensa que se trata de “ventajas” o “privilegios especiales”. Pero no lo son. Son adaptaciones necesarias para garantizar la igualdad de oportunidades, como ocurre con cualquier otra condición de salud que afecta al día a día de una persona.
A continuación, repasamos los principales derechos laborales que protegen a las personas drogodependientes. Conocerlos es el primer paso para dejar de juzgar y empezar a construir espacios laborales más humanos, justos y eficaces para todos.
Y, si no sabes por dónde empezar, te lo ponemos fácil: Hemos preparado una guía para empleados descargable en PDF que te ayudará a entender cómo enfrentar una adicción y qué herramientas existen para gestionarla adecuadamente en el entorno de trabajo.
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Derecho a la confidencialidad médica
Entendemos que, si estás pasando por un proceso de recuperación o tratamiento por una adicción, uno de tus mayores miedos puede ser que tu situación médica se haga pública en el trabajo. “¿Y si me juzgan?, ¿Y si me despiden?, ¿Y si todos se enteran?” Desde Esvidas queremos tranquilizarte: Tienes derecho a que tu información médica sea completamente confidencial.
La ley protege tu privacidad. Esto significa que nadie en tu empresa puede acceder a tu historial médico sin tu consentimiento explícito. Ni tu jefe, ni recursos humanos, ni tus compañeros tienen derecho a saber detalles sobre tu salud, salvo que tú decidas contarlo. La información que puede compartirse con la empresa se limita solo a lo estrictamente necesario y siempre con tu permiso, por ejemplo, para justificar una baja médica, pero sin entrar en detalles sobre la causa.
Quienes sí tienen acceso completo a tus datos médicos son los profesionales sanitarios y el personal encargado de salud laboral, que están obligados a guardar secreto profesional. La protección de datos es muy estricta en estos casos, y cualquier filtración o divulgación indebida puede ser denunciada.
Derecho a la adaptación del puesto y los horarios
Adaptar un puesto de trabajo para una persona en recuperación no es un “favor” ni un trato especial, sino una forma justa y necesaria de apoyar un proceso que requiere tiempo, esfuerzo y compromiso. Estas adaptaciones permiten que la persona pueda seguir desempeñando su labor con dignidad y contribuir plenamente, mientras cuida su salud.
Algunas adaptaciones que se pueden realizar son:
- Ajustar el horario laboral para que la persona pueda asistir a sesiones de terapia o grupos de apoyo.
- Hacer modificaciones temporales en las tareas asignadas.
- Cambios en el entorno laboral, como crear espacios tranquilos para descansar o permitir trabajar en un ambiente menos ruidoso.
Estos ejemplos muestran que las adaptaciones laborales no solo son posibles, sino que funcionan y fortalecen tanto a la persona como a la empresa. Son parte natural de un camino hacia la estabilidad y el bienestar, y su correcta aplicación es una señal de compromiso con la dignidad y el respeto en el trabajo.
Derecho a la baja médica y reincorporación
Solicitar una baja médica para tratar una adicción puede generar muchas dudas y temores, como “¿Me despedirán?” o “¿Cambiará la forma en que me ven mis compañeros y jefes?” Es normal sentir esa incertidumbre, pero es fundamental entender que esta baja es una herramienta para proteger tu salud y bienestar, es tu derecho, no una consecuencia negativa.
- Durante el tiempo que dure tu tratamiento, la incapacidad temporal te permite dedicarte plenamente a tu recuperación, con la seguridad de que tu puesto de trabajo permanece reservado para ti.
- El regreso al trabajo debe ser un proceso gradual y respetuoso, sin juicios ni presiones. Ajustar horarios o tareas y facilitar la continuidad de tu tratamiento son elementos clave para que esta transición sea exitosa.
- El papel de la empresa es fundamental: Un entorno que respete tu privacidad, ofrezca apoyo y promueva la inclusión no solo te beneficia a ti, sino que también fortalece al equipo y mejora el clima laboral en general.
Así, poniendo siempre la salud y la dignidad como prioridades, se construyen espacios de trabajo más humanos, equitativos y sostenibles para todos.
Derecho a la no discriminación en procesos de selección
La discriminación hacia personas con un historial de adicción suele aparecer, especialmente, en los procesos de selección. Muchas veces, el miedo o la falta de información generan prejuicios que pueden cerrar puertas antes de que la persona tenga la oportunidad de demostrar su valía.
“¿Tengo que contar mi pasado de adicción en una entrevista?” No, no estás obligado a hacerlo. La ley protege tu derecho a la privacidad y nadie puede exigirte revelar detalles sobre tu salud o tratamientos. Esa información es confidencial y debe mantenerse así.
“¿Y si en mi currículum hay “huecos” por el tiempo que estuve en tratamiento?” Es normal que esos periodos despierten curiosidad, pero no tienes que dar detalles si no quieres. Puedes hablar de esos momentos como etapas de crecimiento personal o decir que atravesaste un proceso médico importante que te ha dejado aprendizajes valiosos y nuevas herramientas para tu trabajo. Si te hacen preguntas más específicas, está bien responder que no te sientes cómodo entrando en tantos detalles, que fue una etapa difícil pero que ya has superado.
Y, ¿Qué preguntas pueden hacerte y cuáles no? Durante la entrevista, no pueden preguntarte sobre tu salud o antecedentes médicos, porque eso sería ilegal. Preguntas como “¿Has tenido problemas con las drogas?” no deberían hacerse. En cambio, pueden centrarse en tus habilidades, experiencia y motivación

El papel de las empresas: Políticas internas que pueden marcar la diferencia
Sabemos que las personas con una historia relacionada con las drogas a menudo encuentran barreras para acceder al empleo: Prejuicios, desconocimiento o incluso miedo. El estigma social puede convertirse en un obstáculo adicional en su proceso de reintegración laboral. Por eso es tan importante mirar hacia iniciativas como la de Synergie, empresa de recursos humanos que conecta a personas que buscan trabajo con empresas, impulsando la diversidad y la inclusión. Su compromiso con un futuro laboral justo, dinámico y adaptativo demuestra que sí es posible generar oportunidades reales y sostenibles para todos los candidatos, independientemente de su pasado.
Ahora bien, ¿Qué puede hacer una empresa para marcar la diferencia?
- Programas de Ayuda al Empleado (PAE): Ofrecen atención confidencial, orientación y seguimiento personalizado para quienes estén pasando por un proceso de recuperación.
- Formación para responsables y mandos intermedios: Preparan para detectar señales de alerta y acompañar desde la empatía, no desde el juicio.
- Protocolos de actuación temprana: Permiten abordar posibles situaciones de riesgo de forma respetuosa y eficaz.
- Políticas de segunda oportunidad: Aseguran que una recaída o un tratamiento no se conviertan en motivo de exclusión, sino en una etapa más del proceso de recuperación y reintegración.
Sabemos que muchas empresas quieren actuar, pero no siempre tienen claro cómo hacerlo. Por eso, hemos preparado una guía práctica y descargable con toda la información que necesitas para saber cómo detectar, abordar y acompañar de forma respetuosa y efectiva los casos de adicción en el entorno laboral.
Este tipo de iniciativas no solo benefician a las personas en recuperación: Mejoran el clima laboral, fortalecen los equipos y promueven una cultura organizacional basada en la confianza y el respeto. Es posible —y necesario— construir entornos donde recuperarse no sea motivo de vergüenza, sino una oportunidad para crecer.
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Perfecta para empresas que cuentan con empleados en esta situación, ofrecemos una guía práctica con recomendaciones legales, humanas y organizativas para actuar con responsabilidad, empatía y eficacia.
Este tipo de iniciativas no solo benefician a las personas en recuperación: Mejoran el clima laboral, fortalecen los equipos y promueven una cultura organizacional basada en la confianza y el respeto. Es posible —y necesario— construir entornos donde recuperarse no sea motivo de vergüenza, sino una oportunidad para crecer.
Hablar de adicción es hablar de sufrimiento, pero también de superación. Y en ese camino, el trabajo no es solo un medio de vida: Es un espacio de autoestima, de pertenencia, de reconstrucción. Como dijo Richard Branson, fundador de Virgin: “Cuida de tus empleados y ellos cuidarán de tu negocio. Es así de sencillo.” Y cuidar empieza por mirar a cada persona con humanidad, con respeto… Y con confianza en que todos, absolutamente todos, podemos volver a empezar.
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